La revolución digital ha transformado profundamente la forma de trabajar, y los llamados «nómadas digitales» son la expresión más clara de ese cambio.
Profesionales que, gracias a las TIC, pueden ejercer su actividad desde cualquier lugar del mundo. Sin embargo, esta libertad geográfica no está exenta de riesgos: la salud laboral también debe adaptarse a esta nueva realidad.
«El nomadismo digital puede considerarse un movimiento socioeconómico y laboral del siglo XXI», explica Albert Valls, responsable del área de Ergonomía y Psicosociología de Quirónprevención. Aunque ofrece muchas ventajas, «plantea nuevos retos» que las empresas deben gestionar «en sus políticas de recursos humanos».
Entre los más evidentes están los riesgos físicos. Los nómadas digitales trabajan habitualmente en espacios improvisados o poco adaptados —cafeterías, alojamientos temporales o incluso transportes— lo que incrementa la posibilidad de lesiones musculoesqueléticas.
Es fundamental adaptar las recomendaciones ergonómicas básicas al entorno disponible: colocar la pantalla a la altura correcta, usar una superficie estable para el portátil o realizar pausas activas, son algunos de los hábitos que pueden marcar la diferencia.
Pero también hay un componente menos visible: el riesgo psicosocial.
La falta de separación entre vida laboral y personal, el aislamiento o la desconexión con la cultura de la empresa son factores que afectan directamente a la salud mental, advierte el officer de Quirónprenvención.
Para hacerles frente, muchas compañías están implementando plataformas digitales que refuercen el contacto, la identidad corporativa y el soporte técnico constante. Estas herramientas, combinadas con encuentros presenciales puntuales, ayudan a mitigar el sentimiento de soledad y a mantener el vínculo con la organización.
Desde el punto de vista legal, las obligaciones de las empresas en prevención de riesgos laborales se mantienen, incluso si el trabajador está a miles de kilómetros. «Lo que las empresas deben hacer es adaptar la forma de proporcionar todas las obligaciones preventivas a la movilidad y a la dispersión geográfica de estos trabajadores», apunta Valls.
Formación online, reconocimientos médicos a través de redes asistenciales internacionales y plataformas digitales de seguimiento son algunas de las soluciones más utilizadas.
Y no menos importante: la seguridad digital. El uso de redes no corporativas supone un riesgo para la protección de datos, por lo que es imprescindible integrar políticas de ciberseguridad específicas para este colectivo.
El futuro del trabajo ya está aquí. Y si queremos que sea sostenible, debemos cuidar también la salud física y mental de quienes lo protagonizan.