Nueva Zelanda impondrá un impuesto de entre 10 y 20 euros a los extranjeros que deseen visitar cuatro de sus parques naturales más emblemáticos, según ha anunciado el Gobierno, que pretende combinar crecimiento turístico con sostenibilidad medioambiental.
Christopher Luxon, primer ministro neozelandés, ha presentado un plan de reforma de la Ley de Conservación de 1987, que incluye un nuevo sistema de concesiones y esta nueva tasa a los visitantes no residentes. «Decimos sí a más empleos, más crecimiento y salarios más altos», defendió Luxon durante su intervención.
En 2024, el país recibió alrededor de 3 millones de turistas extranjeros, un 13% más que el año anterior. A finales de ese año, el Ejecutivo ya había triplicado el impuesto de entrada general a turistas hasta los 64 dólares, para ayudar al mantenimiento de los servicios públicos y el patrimonio natural.
El nuevo recargo afectará exclusivamente a los extranjeros que visiten la Reserva Marina de Cathedral Cove, el Cruce Alpino de Tongariro, el Monte Aroraki —el más alto del país— y el fiordo de Milford Sound, considerado por muchos la octava maravilla del mundo. El acceso seguirá siendo gratuito para los ciudadanos neozelandeses.
Tama Potaka, ministro de Conservación, explicó que con esta medida buscan modernizar «una ley obsoleta» y garantizar que los turistas «mejoren su contribución al turismo sostenible».
Añadió: «Los turistas contribuyen enormemente a nuestra economía y nadie quiere que eso cambie. Pero muchos visitantes se sorprenden de poder entrar gratis a algunos de los lugares más bellos del mundo».
El Ejecutivo no ha confirmado cuándo comenzará a aplicarse esta tarifa, aunque algunos medios del país apuntan a 2027 como fecha probable.
El turismo representa el 7,5% del PIB de Nueva Zelanda y generó cerca de 10.000 millones de dólares en ingresos solo durante 2024, según datos oficiales.