El Departamento de Comercio de EE.UU. añade 70 corporaciones chinas a una lista negra de exportación, con repercusiones en tecnología de inteligencia artificial y proyectos de armas hipersónicas.
El Departamento de Comercio de Estados Unidos ha sumado cerca de 70 firmas chinas a una lista negra, negándoles el acceso a tecnología estadounidense. Este movimiento persigue frenar los progresos de Pekín en sectores clave, entre ellos inteligencia artificial, tecnología cuántica y proyectos de armas hipersónicas. La medida se integra en una política más amplia de EE.UU. centrada en restringir el desarrollo militar de China.
Howard Lutnick, secretario de Comercio de EE.UU., afirmó que «bajo el firme liderazgo del presidente Donald Trump, el Departamento de Comercio está tomando acciones decisivas para proteger América». Esta acción se plantea en un escenario de roces crecientes en la disputa comercial y tecnológica entre ambas potencias, que han establecido gravámenes y límites a las importaciones mutuas.
La lista negra, dada a conocer mediante un comunicado reciente de la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio, engloba 80 entidades en total. Además de las compañías con sede en China, el listado incluye organizaciones de Emiratos Árabes Unidos, Sudáfrica, Irán y Taiwán. De acuerdo con el texto oficial, estas compañías se involucran en «actividades contrarias a la seguridad nacional y a la política exterior» de Estados Unidos. Dentro del grupo chino, 11 se ocupan de inteligencia artificial avanzada y semiconductores, mientras que 27 trataron de obtener piezas estadounidenses para potenciar las fuerzas militares de China.
El comunicado puntualiza que la extensión de este registro pretende «restringir la habilidad del Partido Comunista de China para adquirir y desarrollar capacidades de computación a exaescala, así como tecnologías cuánticas, para aplicación militar». También apunta a «impedir el desarrollo del programa de armas hipersónicas de China». Estas medidas ilustran la intención de Estados Unidos de conservar su dominio tecnológico y frenar la expansión militar china, señalada como un riesgo para la seguridad nacional.
Por su parte, China impuso gravámenes a varios bienes estadounidenses, elevando todavía más la discordia comercial.