La multinacional estadounidense Procter & Gamble (P&G), dueña de marcas como Braun, Gillette, Oral-B o Ariel, ha anunciado que despedirá a 7.000 trabajadores no relacionados con la fabricación durante los próximos dos años, lo que representa aproximadamente el 15% de su plantilla no manufacturera.
El gigante empresarial, que cuenta con una plantilla de 108.000 personas en todo el mundo, plantea esta reducción de empleos como una forma de impulsar la productividad y reducir costes mientras se enfrenta a una «competencia feroz» en un «entorno cada vez más desafiante».
Los inversores no se han tomado bien esta decisión y, al cierre del mercado en Wall Street, sus acciones protagonizaban una de las mayores caídas del día con un descenso del 1,90%.
Esta medida no viene sola y se enmarca en una reestructuración más amplia que incluye importantes cambios organizativos y de cartera. La compañía quiere un diseño organizacional más ágil, ampliando funciones, reduciendo el tamaño de los equipos y aprovechando la digitalización y la automatización.
Además de empleados, P&G se plantea la retirada de algunas categorías, marcas y formatos de productos en mercados individuales, e incluso la posibilidad de desinvertir en algunas marcas. Estos ajustes buscan impulsar la eficiencia, acelerar la innovación, reducir costes y mejorar la fiabilidad de la cadena de suministro.
P&G ha asegurado que las bajas laborales «se gestionarán con apoyo y respeto, de acuerdo con nuestros principios y valores, así como con la legislación local». La empresa no ha concretado cómo afectará este plan a España y ha declarado que «por el momento, no se dispone de información sobre el impacto específico por región o planta».
Como parte de esta estrategia, P&G también planea aumentar los precios en su próximo año fiscal 2026, que comienza en julio. La compañía anticipa un impacto negativo de 600 millones de dólares en sus ganancias antes de impuestos debido a los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump sobre productos de importación.