Si se denominan calificaciones de sostenibilidad, deberían reflejar lo que dicen que califican. Pero la respuesta a la pregunta no es trivial, tanto por, (1) la complejidad de lo que se pretende calificar; por, (2) la gran diversidad de objetivos de los usuarios; y por, (3) la gran variedad de calificaciones para capturar el concepto. Para responder a la pregunta analizaremos brevemente cada uno de estos aspectos, pero antes describiremos lo que son las calificaciones y las calificadoras.
¿Qué son las calificaciones de sostenibilidad empresarial?
Las calificaciones de sostenibilidad son agregados, cuantitativos o cualitativos de algunas de las características de las actividades de las empresas que se asocian con su sostenibilidad social, medioambiental y de gobernanza (antes: responsabilidad social de la empresa). En general son promedios ponderados de valoraciones cuantitativas de un grupo de estas características. Cada calificadora tiene su «modelo» de lo que representa la sostenibilidad por lo que selecciona algunas decenas de entre los miles de estas características y les asigna importancias relativa (pesos) de acuerdo con su opinión y experiencias. El resultado suele ser un numero relativo a un ideal (100 o un porcentaje) o una calificación cualitativa, también relativa (A, B, C….). La valoraciones suelen ser sobre actuaciones pasadas o presentes, sobre intenciones. En muy contados casos se refieren al efecto o al impacto que han tenido sobre la sociedad y el medio ambiente, que es lo que realmente es relevante.
Las calificadoras son entidades especializadas en análisis de la sostenibilidad. En los comienzos del interés por el tema eran entidades que se dedicaban exclusivamente a ello, o combinándolo con servicios de consultoría relacionados. Pero con el paso del tiempo y el aumento del interés en la sostenibilidad y de las regulaciones, se han desarrollado productos más específicos, en particular para incluir consideraciones del impacto y riesgos de las actividades,
Algunas calificadoras utilizan información proporcionada por las mismas empresas, en tanto que otras se basan en información disponible públicamente o resultado de sus investigaciones. La mayoría combina ambos tipos de información. En el primer caso, las calificaciones son menos confiables.
Para dar una idea de la oferta, se estima que en el mercado hay cerca de 150 calificadoras que venden sus productos y servicios en los mercados financieros. Una de las más activas, Sustainalytics produce más 13 000 calificaciones.
¿Qué es la sostenibilidad empresarial?
Lo crucial es el objeto de la calificación. En general se entiende por sostenibilidad empresarial los resultados de las actividades que lleva a cabo la empresa, mitigando los impactos negativos y potenciando los positivos, que ha tenido, tiene y quiere tener, sobre la sociedad y el medio ambiente. Esta sostenibilidad está condicionada por las estrategias, políticas, procedimientos, procesos y cultura empresariales en que se desenvuelven sus actividades. Y todo esto se debe considerar en su conjunto, asegurando compatibilidades y sinergias entre estos aspectos y las actividades. No pueden evaluarse individualmente, el conjunto, la sostenibilidad, es superior o inferior a las suma de las partes.
¿Quiénes son los usuarios de las calificaciones de sostenibilidad?
En los mercados hay múltiples usuarios. En general son aquellos que requieren información relativamente condensada de todo el conjunto de actividades porque no tienen acceso a toda la información o los recursos para procesarla, por lo que «tercerizan» esas labores. Los principales usuarios son los analistas y gestores de fondos de inversión en valores que sean considerados responsables, de acuerdo con sus criterios de inversión. Los analistas y gestores más responsables hacen su propia diligencia y no descansan en las calificaciones.
Algunas empresas las utilizan para obtener una opinión externa independiente, para mejorar la responsabilidad de sus actividades, aunque es poco probable que les digan algo que no sabían. Lo más común es que las usen para gestionar la información que diseminan con el objeto de influenciar su calificación. Podrían ser utilizadas por los consumidores, por ejemplo, para guiar sus decisiones, pero es mucho menos común.
¿Cuáles son los principales tipos de calificaciones?
Hay gran variedad en las calificaciones de sostenibilidad, dependiendo del ámbito y objetivo de evaluación. Podemos tipificarlas en tres grandes categorías: Agregadas: que hacen una calificación sobre todo el espectro de la sostenibilidad empresarial; Temáticas: que califican algunos de esos aspectos, por ejemplo, sociales, o ambientales o de gobernanza; Sectoriales: por ejemplo, cambio climático, agua, género, condiciones laborales, transición energética, etc..
¿Reflejan las calificaciones la sostenibilidad empresaria?
Por la complejidad del objeto y las dificultades de la caracterización del comportamiento consolidado, no de partes, y el hecho de que gran numero de las calificaciones se basan en indicadores imperfectos de la situación actual o pasada, muchas que reflejan intenciones, y que la sostenibilidad es, por definición, sinónimo de impacto, de cambio logrado, ninguna de la calificaciones puede representarla. No obstante, ante esta situación se han estado desarrollando algunas que tienden a ser más representativas, en particular las que se basan en la consideración de los impactos de las actividades de la empresa, y aquellas que se concentran en aspectos muy específicos, no pretendiendo representar la sostenibilidad empresarial como un todo sino de algunos aspectos, que mientras más específicas sean, más representativos serán de ese aspecto, pero solo de ese aspecto.
El usuario debe hacer su tarea de indagar que hay detrás de cada calificación y no tomarlas como dogma. Esto es lo que pretende facilitar la regulación de la Comisión Europea (septiembre 2024) donde exige certificación de las calificadoras y mayor transparencia sobre las metodologías y la información utilizada. Caveat emptor.
El lector interesado en una discusión más extensa puede consultar el artículo ¿Mejorarán las calificaciones de sostenibilidad con la regulación europea?