El jueves pasado, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) comunicó -con falta de transparencia, igualdad y en horas intempestivas, como ya viene siendo habitual- el rechazo de los accionistas del Sabadell al banco vasco, por segunda vez desde 2020 y en un segundo intento con Carlos Torres en el banco.

El banco de la vela tendrá que crecer de forma orgánica, luego de que su intento de absorber Sabadell fracasara. De los escenarios posibles, el ocurrido ayer era el menos probable y, objetivamente, el más dañino en términos corporativos.
La opa hostil sobre Banco Sabadell apenas logró un 25,33% de aceptación, muy lejos del umbral que hubiera permitido un éxito, pese a que las informaciones del BBVA, con un claro sesgo e interés, hablaran de una aceptación más extendida y elevada.
En un intento por recuperar la normalidad, Carlos Torres ha comparecido ante los medios. El dirigente de la entidad bancaria ha eludido hoy la autocrítica, ha evitado asumir responsabilidades y ha fiado su éxito al cumplimiento del plan estratégico del banco, que focaliza el crecimiento orgánico del banco para los próximos años.

De hecho, el ejecutivo bancario se ha parapetado en su Consejo de Administración, del que ha dicho, «aprobó la operación de forma unánime y todas las decisiones».
Sin embargo, cada vez son más las voces que exigen cambios en el organigrama de la entidad bancaria, luego de un error estratégico y comunicativo que ha impactado de lleno en la imagen de solvencia del banco y en el liderazgo de Carlos Torres, ampliamente cuestionado por los poderes públicos, la economía y los medios de comunicación internacionales y nacionales.
Los principales tabloides internacionales parodian y humillan a los directivos del banco. «Humillante resultado para los ejecutivos del banco», titula el Financial Times, muy duro con el ejecutivo bancario.
El BBVA tardará en recuperarse de su crisis institucional y de liderazgo, pese a los intentos de Carlos Torres de huir hacia adelante y no mirar atrás.
El BBVA debe aprender rápido para comenzar a reconstruir su reputación, aunque no parece, sin embargo, que quiera hacerlo por el momento. «Habrá tiempo para los aprendizajes», dice Torres, presidente del banco, en un intento de letargar una dación de cuentas que reclaman sus accionistas.

Ha sorprendido su postura triunfalista y una actitud optimista, en la que ha terminado por «agradecer» el fracaso a sus principales colaboradores y asesores, como Garrigues y JP Morgan.
Contrasta la actitud del líder con las caras de preocupación de quienes le escoltaban en la mesa: Onur Genç, número 2 del banco y Paula Puyoles, su directora de comunicaciones.
«Margen» para crecer de forma orgánica
Ahora que la estrategia del crecimiento inorgánico ha sido un completo desastre, el plan estratégico del banco apuesta por lo orgánico. «Hay margen para seguir creciendo», apuntó esta mañana Onur Genç, CEO del BBVA, visiblemente nervioso.
Por su parte, Torres ha reafirmado la devolución de capital al accionista, a través de una recompra de acciones, y ha rechazado un ERE en el banco, como ya pasó en el primer intento de fusionar el Banco Sabadell, en 2020. «No hay previsto nada en personas», dice el dirigente bancario.

Un organigrama pendiente del comportamiento del mercado
«La culpa no puede ser del Decreto sobre Opas, como ha pretendido hoy hacernos creer», asegura un reconocido analista que sigue en directo la rueda de prensa del banco, esta mañana.
«Por mucho que quiera huir hacia adelante, su continuidad no depende de él, sino múltiples factores, y uno clave: el comportamiento de los mercados», asegura un consultor bursátil.

Según apunta, una caída de la acción condicionaría la continuidad del ejecutivo bancario.
Hiperliderazgo y sobreexposición del capitán de la «vela»
Carlos Torres, presidente de BBVA, se implicó en la operación con una intensidad inusual para un dirigente bancario. Grabó vídeos, viajó a Londres, convocó a los grandes fondos e hizo de la fusión una causa personal.
El hiperliderazgo, la sobreactuación y el exceso de exposición mediática del ejecutivo tuvo muchas similitudes con la esfera política, en la que los líderes políticos participan en campañas donde no se juegan un poder real, pero se exponen confiando en que su marca refuerce el resultado electoral.

Cuando la apuesta fracasa, la lectura es inevitable: quien personalizó la campaña debe asumir también la derrota.
Esa lectura se ha instalado ya entre analistas y expertos en comunicación financiera. Consideran que la derrota de Torres no solo pone fin a una de las operaciones más ambiciosas del sector, sino que deja a la entidad en una posición de debilidad interna.
El presidente del banco vasco, recién reelegido por el consejo, enfrenta una pérdida de autoridad tanto ante sus inversores como el mercado.
La gestión de la comunicación ha sido otro foco de conflicto, por la falta de coherencia en la estrategia mediática, con mensajes erráticos y una narrativa poco creíble ante la opinión pública y los accionistas.

Nuevos equipos para recomponer la imagen de solvencia del banco
Todos los expertos consultados por The Officer apuntan a una misma dirección: se producirán destacados relevos en este área. Una decisión que los analistas interpretan como el primer movimiento para intentar recomponer la imagen del banco.