La cumbre entre China y la Unión Europea celebrada este jueves en Pekín evidenció la complejidad de una relación marcada por la interdependencia económica y las tensiones geopolíticas.
En el 50º aniversario de sus relaciones bilaterales, Bruselas reclamó a Pekín un comercio más equilibrado y una implicación clara para frenar la guerra en Ucrania.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, trasladó al presidente chino, Xi Jinping, el malestar europeo por las barreras de acceso al mercado chino, el uso de tierras raras como elemento de presión y las prácticas industriales que considera desleales.
«Hay mucho que podemos hacer juntos, pero tiene que haber soluciones pragmáticas», señaló Von der Leyen.
Von der Leyen subrayó que la UE sigue dispuesta al «diálogo constructivo», aunque advirtió que se ha alcanzado un punto de inflexión.
Bruselas se reserva el derecho a adoptar medidas proporcionales y legales para defender sus intereses.
Entre las demandas concretas figura la apertura recíproca de sectores como carne, cosméticos y productos farmacéuticos, así como el fin de represalias comerciales contra productos europeos como brandy, carne de cerdo o lácteos.
El conflicto comercial se intensificó tras la imposición europea de aranceles a los vehículos eléctricos chinos, un tema que no se abordó oficialmente, pero que ambas partes han acordado retomar en próximas negociaciones sobre precios mínimos.
Von der Leyen reclamó también «soluciones concretas» sobre el acceso a tierras raras, materiales clave para industrias como la defensa, la energía o la automoción. La UE busca garantizar un suministro fiable y ha pedido que China agilice las autorizaciones para exportar estos recursos estratégicos.
La presidenta de la Comisión fue contundente sobre la guerra en Ucrania. Afirmó que China «tiene influencia sobre Rusia» y que su papel será determinante para el futuro de las relaciones con Europa. «Esto tiene un impacto en la seguridad europea», señaló, pidiendo a Pekín un papel activo para lograr un alto el fuego y facilitar negociaciones.
Según fuentes periodísticas, el ministro chino de Exteriores habría manifestado a la diplomacia europea que China no puede permitir que Rusia pierda la guerra, lo que permitiría a EE.UU. centrar su presión en Asia.
En materia de cambio climático, ambas potencias firmaron una declaración conjunta y acordaron liderar los esfuerzos globales para reducir emisiones. La UE pidió a China que presente un plan más ambicioso hasta 2035 y que incremente su financiación internacional en proporción a su peso económico.
Sobre derechos humanos, Bruselas volvió a expresar su preocupación por la situación en Xinjiang, Tíbet y Hong Kong, recordando la reciente sesión del Diálogo UE-China sobre Derechos Humanos celebrada en junio en Bruselas.