La compañía registró pérdidas netas de 3.746 millones de euros, un fuerte contraste con los beneficios de 1.505 millones del año anterior. Las pérdidas antes de impuestos fueron de 1.478 millones y las operativas de 411 millones.
A pesar de los números rojos, los ingresos crecieron un 1,9%, llegando a 37.448 millones de euros. Este aumento se vio impulsado por mercados como Turquía, aunque Alemania registró una bajada en ingresos por servicios.
La clave de su reconfiguración ha sido la venta de sus negocios en España e Italia, además de Vantage. Estas desinversiones generaron ingresos en efectivo por 13.300 millones de euros.
Estas operaciones permitieron una notable reducción de la deuda, pasando de 33.200 a 22.400 millones de euros. Vodafone España aportó 4.100 millones y Vodafone Italia 7.900 millones a esta reducción. La teleco también ha anunciado un plan de recompra de acciones.
Según Margherita Della Valle, consejera delegada, la empresa ha cambiado tras sus planes de transformación. Destacó el impacto positivo en la satisfacción del cliente y mejoras operativas.
«Es evidente que queda mucho por hacer, pero este período de transición ha vuelto a posicionar a Vodafone para un crecimiento plurianual», afirmó Della Valle. Espera impulso en Europa, África y la vuelta al crecimiento en Alemania este año.