El fútbol ya no se entrena como antes. Ni siquiera se observa igual. Desde hace tiempo, los entrenadores no solo miran el campo: lo escanean. Lo que parecía propio de laboratorios o bases militares ahora se despliega sobre el césped. Drones, sensores, cámaras térmicas e inteligencia artificial han conquistado el día a día de los clubes profesionales.
Xabi Alonso y su cuartel tecnológico
Xabi Alonso es uno de los máximos exponentes de esta tendencia. En sus primeras sesiones al frente del Real Madrid, el técnico ha apostado por un enfoque tecnológico integral. En Palm Beach, durante la pretemporada, ha incorporado drones autónomos, cámaras térmicas y dispositivos GPS para entender con precisión quirúrgica cómo se mueve y rinde cada jugador.
El dron, que despega a unos 50 metros del suelo antes de cada entrenamiento, graba toda la sesión con una visión cenital que facilita el análisis posterior. «Las distancias y el posicionamiento nos harán mejores», explicó Alonso en rueda de prensa. Quiere saber cómo se mueven sus futbolistas, cómo se colocan, cómo se corrigen.
Pero la tecnología no se queda en las alturas. También hay datos que emergen desde el interior del cuerpo. Thermohuman, una herramienta que utiliza termografía infrarroja e inteligencia artificial, permite detectar fatiga o prevenir lesiones analizando la temperatura de la piel. La compañía, liderada por Ismael Fernández, se ha sumado al cuerpo técnico del Madrid con un rol clave: convertir datos en decisiones.
Este tipo de herramientas no son exclusivas del club blanco. Otras entidades como el Sporting de Gijón también han introducido drones en sus rutinas, con un enfoque adaptado a su realidad. En Mareo, las cámaras cenitales y las terrazas elevadas ya ofrecían cierta altura, pero el uso del dron aporta una nueva perspectiva. Lo pilota Caco Morán, que graba y analiza cada ejercicio desde el aire para ofrecer a los técnicos una visión táctica distinta.
No es casualidad que entrenadores como Luis Enrique hayan defendido esta óptica aérea. Incluso ha llegado a dar instrucciones desde lo alto con walkie talkies. El dron funciona como un andamio digital: sin cables, sin peso y sin obstáculos. Y en algunos casos, con más precisión que una cámara fija.
Una de las empresas que más ha contribuido a normalizar esta tecnología es Fly-Fut, dirigida por Luis Llagostera. Desde 2017, su equipo ha grabado más de 7.000 entrenamientos y partidos en España y América. El sistema que proponen permite una grabación personalizada para cada club y cada entrenador. Su software memoriza las preferencias de cada técnico y ajusta el vuelo de forma autónoma.

Big Data para todos los niveles
Según Llagostera, los drones manuales están dando paso a sistemas de vuelo autónomo que liberan al analista y le devuelven un 20% de su jornada laboral. Así, se gana tiempo y se evita depender de operadores humanos para registrar movimientos tácticos.
El impacto va más allá del primer equipo. Fly-Fut ya ha trabajado con fuerzas básicas, fútbol femenino e incluso selecciones nacionales como la mexicana. «Los clubes que entienden el valor de lo digital apuestan por proveedores externos que aportan know-how», señala Llagostera.
Entre los socios de Fly-Fut figuran nombres como Fernando Hierro o Iker Casillas, convencidos de que la tecnología permite al jugador prolongar su carrera y mejorar su rendimiento. Hierro lo resume así: «En nuestra época no había medios tan precisos. Ahora todos los equipos tienen Big Data, GPS y drones. Es otro fútbol».
Más allá de la élite, los drones han democratizado el análisis en niveles amateur. Según el experto Francisco Lara, en muchos campos no profesionales la falta de altura impide un buen análisis táctico. El dron resuelve este problema al permitir ubicaciones flexibles y vistas cenitales precisas incluso en estadios sin gradas o torres.
No todo son ventajas
Eso sí, no todo es tan simple como volar y grabar. El uso de drones está sujeto a regulaciones aéreas muy exigentes, que varían según el país. En España, por ejemplo, se necesita un carné de piloto y autorización para vuelos en espacios públicos. Además, factores como la climatología o la autonomía limitada de las baterías también juegan en contra.
Otro reto es la relación calidad-precio. Si se busca una grabación estable, con buena resolución y autonomía suficiente, la inversión debe ser alta. De lo contrario, los resultados pueden no estar a la altura de las expectativas tácticas de un cuerpo técnico profesional.
Aun así, el uso de drones se impone. La amplitud visual que ofrecen, su capacidad para registrar múltiples ángulos y su compatibilidad con plataformas de análisis como Nacsport han consolidado su rol en los entrenamientos. La combinación de vídeo aéreo con imágenes desde el suelo abre nuevas posibilidades para entender el juego.