El Banco Central Europeo (BCE) ha lanzado una advertencia clara: el mercado del oro, ese refugio clásico, puede esconder riesgos serios para la estabilidad financiera. Lo detalla en su último «Informe de Estabilidad Financiera». La clave está en los derivados del metal y la situación evaluada por sus economistas.
Aunque la banca eurozona no parezca muy expuesta comparada con otros activos, los mercados de derivados de oro tienen puntos débiles significativos. Hablamos de concentración en pocas manos, mucho apalancamiento y poca transparencia en contratos fuera de bolsa (OTC).
Estas grietas pueden provocar tensiones de liquidez severas por llamadas de margen y liquidación de posiciones apalancadas. Además, si hay problemas en el mercado físico, los precios podrían dispararse de forma inesperada, pillando a algunos inversores con pérdidas considerables.
El BCE confirma que la incertidumbre política va de la mano con el precio del oro. Lo ven en mercados de futuros como «COMEX», una correlación que se ha intensificado desde noviembre de 2024. Los inversores, por cierto, apuestan fuerte por el oro físico vía futuros, buscando posiciones largas.
El volumen de derivados de oro ya es enorme: 1 billón de euros en marzo de 2025, un subidón del 58% desde noviembre de 2024. Muchos de estos contratos se negocian sin pasar por cámaras de compensación centralizada. Casi la mitad tienen a bancos como contraparte, principalmente fuera de la eurozona, lo que expone al sector a impactos externos.
También hay exposición relevante a través de fondos cotizados (ETFs) en la eurozona. Son unos 50.000 millones de euros en el cuarto trimestre de 2024, manejados mayormente por particulares y fondos de inversión.