«El principal enemigo del BCE podría llegar a ser la propia fortaleza del euro»

Deflación poco probable a medida que la economía crece y una divisa fuerte que motiva cambios en la política del Banco Central Europeo (BCE). Las previsiones que manejan en Robeco son claras: "el organismo no tiene la necesidad de recurrir a la ‘opción nuclear’ de la plena relajación cuantitativa ahora que el crecimiento vuelve a la Eurozona, aunque la puerta se mantiene abierta a esa posibilidad". Léon Cornelissen, economista jefe de la gestora holandesa, considera que esta recuperación hará que pronto comiencen a verse el fin de los cuestionados programas de austeridad.

A ello se suma una amenaza de la deflación que se está esfumando, gracias precisamente a esas mejores cifras en el crecimiento. En su informe de perspectivas para junio, la gestora estima que "con estos dos problemas bajo control, irónicamente el principal enemigo del BCE podría llegar a ser la propia fortaleza del euro", recordando que una divisa fuerte es un problema, porque encarece las exportaciones y abarata las importaciones. "Esto es un arma de doble filo, pues perjudica a los exportadores europeos, amenazando la recuperación, y fomenta la deflación, pues los bienes importados se tornan relativamente más baratos".

Desde Robeco reconocen que las medidas de estímulo anunciadas por el BCE (recorte de tipos, tasa de depósitos negativa y programas de refinanciación) fueron bien recibidas por el mercado. Sin embargo, y ante la fortaleza de los últimos datos económicos, la gestora considera que el organismo monetario podría ser reacio a llevar el estímulo monetario demasiado lejos.

"El BCE no ha entrado en un programa de relajación cuantitativa generalizada, lo que habría sido un verdadero enfoque de "choque", aunque ha dejado la puerta abierta a esa posibilidad", afirma Cornelissen. "Sin embargo, el BCE ha expresado reiteradamente su frustración por la fortaleza del euro, y ese factor ha motivado claramente los últimos cambios en su política".

Afirma que el euro podría debilitarse perfectamente frente al dólar, pues la economía estadounidense se defiende mucho mejor, superado ya el mediocre comienzo de año. La última lectura del índice ISM manufacturero de mayo, en el 55,4 (cifras superiores al 50 representan expansión económica) significa que el tapering de compras de bonos por parte del banco central estadounidense se mantendrá según lo previsto.

"Ahora que la economía estadounidense muestra un sólido repunte tras un primer trimestre inusualmente débil por motivos vinculados a la meteorología, podemos esperar nuevas negociaciones sobre el momento de la primera subida de tipos, y con ello el dólar se fortalecerá", afirma Cornelissen.

Sin embargo, los inversores no deberían descartar la posibilidad de una futura relajación cuantitativa en Europa, "debido a que el anuncio sobre los tipos que realizó el BCE el pasado 5 de junio pronostica algo que el mercado podría haber subestimado", afirma Cornelissen. Y es que el Banco Central ha admitido que no va a alcanzar su propio objetivo de inflación para finales de 2016, al límite de la previsión actual, y espera que la inflación se sitúe en el 1,5%.

"Dado que el objetivo del BCE se cuantifica generalmente en el 1,75%, el Banco Central admite de manera explícita que no cumplirá el mandato sobre su propio horizonte de previsión", afirma Cornelissen. "Por lo que sabemos, esto sienta un notable precedente e indica claramente la tendencia hacia una mayor relajación; en este caso ?de manera inevitable?, una relajación cuantitativa generalizada", afirma. "No obstante, seguimos pensando que un cambio de política hacia la relajación cuantitativa generalizada es poco probable".

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