Una de las preguntas más frecuentes sobre la sostenibilidad empresarial es si ella conduce a una mayor rentabilidad de las empresas, ya sea internamente a nivel de beneficios financieros, ya sea externamente en los mercados financieros.
Es el argumento favorito de los promotores. Sí, la responsabilidad es rentable. No, la respuesta no es obvia. Depende, y de muchas consideraciones. Aunque no lo reconozcan, o no se dan cuenta, su argumento se basa, en la teoría, en el “debería ser”, pero en la práctica no siempre es como “debería ser”.
Para obtener una respuesta es necesario distinguir dos campos de actuación: al interior de una empresa en particular, de interés para sus dirigentes, y el mercado de valores, de interés para los inversionistas generales. Para no complicar no consideramos otros stakeholders, ni los beneficios intangibles, que también “pueden ser”.
El caso al interior de una empresa en particular es el más general ya que aplica a todo tipo de empresas, en tanto que el segundo afecta solo a las que cotizan en bolsas de valores. En el primer caso es posible, aunque no sencillo, demostrar que una u otra práctica contribuye a mejorar los beneficios netos. Es fácil en el caso de la eficiencia energética y el reciclaje, donde los ahorros se obtienen directamente, aunque hoy en día eso no es ser “responsable”, eso es tener sentido común.
Más complicado en el caso de mejoras en las condiciones laborales donde la mejora en la productividad, que los promotores alegan que “debería ser”, dependerá de las reacciones de los empleados, para lo que la cultura empresarial y el entorno de actuación son críticos, y no todos los empleados reaccionan positivamente. Hay mucha indiferencia.
O cuando se alega que los consumidores preferirán adquirir productos y servicios de empresas con prácticas responsables. “Deberían” hacerlo, si se enteran (¿cómo lo hacen?), si actúan sobre la información y si no priorizan otras variables como la rutina, la calidad, productos competitivos, disponibilidad, el precio, entre muchas otras. Pero son poquísimos los que hacen y, cuando lo hacen, es en casos especiales. Hay que ser una empresa responsable pero no solo porque “debería ser” rentable, sino porque es de justicia social reconocer que todos los recursos que utiliza se los ha proporcionado la sociedad.
Para el caso de la rentabilidad en bolsa, distingamos dos tipos, a nivel de una empresa y a nivel del conjunto de empresas calificadas como sostenibles. En el caso individual, el efecto de la responsabilidad sobre la rentabilidad es el mismo que el argumento anterior, cambiando la palabra “consumidores” por “inversionistas”. Hay que enterarse, hay que actuar y en este caso para que suba el preciso deben actuar muchos inversionistas.
En el caso de la rentabilidad a nivel de grupos de empresas sostenibles, se han llevado a cabo millares de estudios estadísticos de su comportamiento en las bolsas de valores, basándose en alguna medida parcial de sostenibilidad, en general alguna práctica responsable (no hay una que capture un concepto tan complejo), con resultados muy diferentes, algunos concluyen una relación positiva, otros negativa, otros inconclusa. Los estudios más publicitados son los que muestran resultados positivos, por los intereses creados en los promotores. Pero hay estudios para todos los gustos, hay centenares que demuestran lo que quieres demostrar.
La única conclusión generalizable de estos estudios es que no hay conclusión generalizable, por cuanto tienen innumerables problemas metodológicos (períodos de tiempo, países, cuantificación de las variables de sostenibilidad, ciclo económico, composición de las carteras, otras características de los valores, etc.). Y hay que recordar que ninguno es extrapolable, son válidos, a lo sumo, para el contexto en que fueron desarrollados y para las variables que fueron usadas.
Y lo que es más importante es casi ningún estudio distingue entre causa y efecto: ¿son más rentables porque son sostenibles o son sostenibles porque son más rentables y tienen mayores capacidades? La opinión del suscrito es que “ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario”. En la relación hay un tercer factor: las empresas rentables y las sostenibles tienen en común que están bien gestionadas.
¿Conduce la sostenibilidad empresarial a la rentabilidad? Puede ser, depende.