"El hombre que viva 120 años ya ha nacido". Una contundente frase que el profesor José Antonio Herce emplea para demostrar el impacto de la longevidad en el sistema de pensiones, explicando que "91 años es la edad media que hoy equivale a los 65 de hace un siglo", recordando que la extensión de la edad de jubilación debería ser un resultado natural de esta dinámica de vivir más. "Si cada vez entramos más tarde al trabajo, pretendemos salir antes y vivimos más, el balance individual de ciclo activo sobre ciclo pasivo se hace progresivamente insostenible", advierte.
A su juicio, los españoles "no ahorramos poco, ahorramos mal", recordando que "metemos los pies en un cubo de cemento, que se llama vivienda, y no nos mueven de ahí". Los expertos recuerdan que para muchos, la vivienda es como su plan de pensiones, "pero no e s una forma de ahorro eficiente", criticando que, por otro lado, en la industria española no existen prácticamente buenos productos de ahorro a largo plazo. "Hay que encontrar productos que nos aseguren de la mejor manera posible contra el riesgo de longevidad", insiste.
Frente a los peores augurios, Julio Fernández explica que "las pensiones son sostenibles y lo serán siempre". Pero cuidado. Eso no significa que sean suficientes, y que cada año esa insuficiencia sea más pronunciada. "El desempleo, la esperanza de vida, etc, son elementos que están influyendo, pero no son el problema real del sector: el problema es de la sociedad, porque seguimos pensando que cuando se genere el mínimo riesgo saldrá ‘Papá Estado’ y nos rescatará". El experto insiste que, aunque las pensiones son sostenibles, esa tasa de retorno del último salario frente a la pensión pública cada vez será mayor, con lo que no queda otro remedio que planificar.
Impulsar la previsión individual
A su juicio, el ahorrador español debe tener claro que los tres pilares de la previsión social, el público, el empresarial y el individual, "y es precisamente este último en el que debemos trabajar". Para ello, los asesores deben seguir ciertos pasos comunes, para hacer compatibilizar los objetivos personales con los financieros de sus clientes, y hacerles ver la necesidad de mantener el poder adquisitivo una vez llegue la edad de jubilación.
A su juicio, para una correcta planificación a la jubilación hacen falta estas fases: emplear información relevante, definir los objetivos financieros a corto y largo plazo del cliente, y realizar un plan de previsión personal para después seleccionar producto y hacer una revisión periódica del plan. Aún así, reconoce que "España no fabrica buen producto de previsión. Y no solo se trata de planes de pensiones. Podemos ahorrar con más activos, siempre que la finalidad sea complementar ese gap con el último salario".
Más educación financiera
Los expertos reunidos coincidieron en la escasa cultura financiera que existe en el mercado nacional. Tal y como explica David Carrasco, director del Instituto BBVA Pensiones, "lo que es insostenible es que la población tenga el mismo grado de conocimiento sobre su jubilación (ninguno) que hace 40 años, enfrentándose a tres elementos nuevos: para poder cobrar una pensión vamos a tener que trabajar más, nos jubilaremos más tarde y nuestras pensiones van a ser más bajas".
A su juicio, es fundamental que la población acceda a un nivel mínimo de información con el fin de poder tomar decisiones. Y aquí el sector público juega un papel tan relevante como el de los asesores y gestoras. La contradicción es absoluta: "Según nuestras encuestas, la población está preocupada por el futuro de las pensiones, pero 7 de cada 10 no ahorran para ello, aunque 9 de cada 10 aseguran que la pública no será suficiente. Y sólo un 7% toma decisiones activas respecto a la jubilación".
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