Si nos guiamos por los titulares de prensa, podríamos creer que las inversiones en valores negociables calificados como responsables en España alcanzan miles de millones de euros con el consiguiente impacto sobre la sostenibilidad empresarial.
Pero esto contiene dos falacias:
- La de la calificación: que los montos calificados como inversiones responsables son en efecto inversiones en valores de empresas que contribuyen a la sostenibilidad.
- La del impacto: que aun las calificadas como tales logran las mejoras a través de sus actividades. En este articulo trataremos la primera falacia, la de la calificación, y el siguiente la segunda, la del impacto.
¿Qué se califica como inversiones responsables?
Spainsif, una institución dedicada a fomentar la integración de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en las políticas de inversión, publica anualmente un informe sobre la situación de las inversiones, La Inversión Sostenible y Responsable en España.
En el correspondiente al 2024 reporta inversiones por casi 240.000 millones de euros en valores calificados como tales. La tipificación que hace este reporte de las calificaciones de la inversión responsable es útil para analizar el primer punto mencionado arriba.
- Inversiones ASG: son inversiones donde se utiliza algún criterio relacionado con aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza, ASG, en su selección. Pero ello no quiere decir que los valores son de empresas sostenibles.
Por ejemplo, incluye inversiones con la estrategia de exclusión sectorial: tabaco, apuestas, alcohol, armamentos y combustibles fósiles, energía nuclear, etc. La gran mayoría excluye estos sectores, pero algunos menos excluyen además algunas prácticas como corrupción e incumplimiento de legislaciones.
Pero incluyen valores cuyas empresas pueden tener prácticas irresponsables con tal que no sean en esos sectores o prácticas. Cabe casi todo. Son la inmensa mayoría, el 88% del total.
- Inversiones ASG avanzadas: En estas se pretende ser más riguroso y se seleccionan los valores basándose en un análisis explícito de las características A, S y G de las empresas. Pero también en este caso se pueden incluir empresas con irresponsabilidades, con tal de que tengan algunas características de responsabilidad reconocida.
La responsabilidad de las empresas incluidas dependerá de lo estricto que sean los criterios. En esta calificación también puede haber de todo, desde la tabacalera calificada como la más responsables (best in class), hasta la petrolera que tiene un plan de transición energética. Y aun así son pocas, el 7%.
- Inversiones alineadas con el impacto: incluyen aquellas que, como parte de su actividad cotidiana, persiguen como objetivo el logro de algún impacto positivo específico y se comprometen a reportar los logros. En esta calificación como en la siguiente, las empresas pueden tener objetivos duales de beneficios financieros y beneficios a la sociedad. Y sus valores son muy pocos, el 5%
- Inversiones generadoras de impacto: es la calificación más estricta y confiable ya que incluye empresas que suelen ser constituidas para el logro de impactos específicos, con compromisos explícitos, muchas veces establecidos como parte de sus estatutos y en las cuales algunos inversionistas participan en la gestión empresarial. Son solo 0,16%.
¿Les importa a los inversionistas «responsables» si las inversiones son responsables?
Y no solamente es relevante preguntarse si estas inversiones responsables lo son, sino además si ello les importa a los inversionistas «responsables». A algunos obviamente les importa y son aquellos que utilizan las modalidades más rigurosas de selección, que hacen la diligencia debida.
Pero estos son la minoría, la mayoría se conforma con invertir en los fondos que tengan alguna denominación de sostenibilidad. Esto ha llevado a la Comisión Europea a combatir este greenwashing financiero y establecer criterios muy concretos sobre las denominaciones y composiciones de los fondos de inversión calificados como responsables.
Por ejemplo, un estudio sobre las preferencias de los inversionista responsables concluyó que:
«El inversionista individual promedio es un optimizador de su feeling (warm glow), que optimiza el sentirse bien, de haber hecho la selección “correcta”, más que uno que prefiere resultados, que quiere optimizar el impacto de sus inversiones. …En este caso las instituciones financieras tienen incentivos para crear productos que ofrecen feeling (warm glow) más que impacto».
Conclusión
Como se desprende de esta discusión la inmensa mayoría de los fondos y valores calificados como responsables incluyen empresas que pueden tener algunas características de responsabilidad, pero que difícilmente se pueden considerar como responsables.
El hecho de tener el 40% de mujeres en el Consejo o de reciclar desechos no las hace ni social ni medioambientalmente responsables. Tienen algunas prácticas. Hay de todo y muy poco de responsabilidad integral.
Y para colmo de males, muchos de los inversionistas que muestran preocupación por la responsabilidad de sus inversiones lo hacen para poder sentirse bien, para poder decir que son responsables e invierten en empresas sostenibles. No les interesa hacer la necesaria diligencia debida.
En este articulo hemos analizado si las inversiones denominadas como responsables son merecedoras de ese apelativo. En el próximo artículo iremos más allá y analizaremos si esos montos de las inversiones, aun las legítimamente calificadas, logran mejoras en la sostenibilidad de las empresas objeto de sus inversiones: el impacto.
Veremos que los montos reportados sobre las inversiones responsables dan una impresión exagerada y equivocada de su contribución a la sostenibilidad empresarial y ambiental.