La inflación española cerró el año rozando máximos de 2013, meses antes de la caída en picado en el precio del petróleo. El IPC de diciembre experimentó un incremento interanual del 1,6%, frente al 0,7% de octubre y noviembre. La rápida subida de los precios viene motivada principalmente por el aumento del 4,7% experimentado en el grupo transportes, cuyos principales componentes son los carburantes y lubricantes. Con este dato, el índice registró su valor más alto de los últimos tres años. Como se puede observar en el gráfico, la evolución de la inflación en los dos últimos años se ha visto muy condicionada por la caída en el precio del petróleo y sus consecuencias directas sobre el valor de los combustibles. Desde que el barril de Brent rompiera la barrera de los cincuenta dólares en junio, el ajuste de los precios en España se ha acelerado hasta registrar tasas de inflación positivas a partir de septiembre, coincidiendo con el reflejo de la subida en el precio de los carburantes. La inflación subyacente (descuenta los productos con precios más volátiles como los alimentos elaborados o productos energéticos) es otro indicador que muestra como el IPC se ha visto lastrado durante los últimos dos años por el descenso en el valor del crudo. 


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