La creciente integración de los sistemas financieros durante las dos últimas décadas y el efecto contagio observado tras la crisis de 2008 han llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a plantearse hasta qué punto mantienen los países su independencia económica frente a las fluctuaciones de Estados Unidos. La tercera subida de tipos llevada a cabo por la Reserva Federal (FED) desde 2015 ha tenido un efecto llamada sobre los mercados de capital por el incremento de la rentabilidad. En consecuencia, los intereses en el resto de países se han visto o se verán abocados a crecer para competir, lo que podría ser contraproducente con una política monetaria expansiva, con la mantenida por el Banco Central Europeo, para facilitar el acceso al crédito. El organismo internacional cifra el impacto de estas decisiones sobre las condiciones políticas locales en el entorno del 20% y del 40%, en función de si se trata de una economía avanzada o en desarrollo. 
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